Nací en un pesebre en Diciembre del 95 donde el incienso era
mi abuela y el oro era mi madre, llegaron de todas partes sólo mujeres cansadas
luego de un agotador viaje en bus, también llegó mi padre que sólo se quedó 20
minutos a mirarme y decirme mentiras, a pasarme cien pesos para que me comprara
un dulce creyendo que un dulce compraría mi vida y la de mi madre, así me crié
cambiándome de casa y colegios, pero siempre feliz y desobediente,
escondiéndome debajo de la cama para que mis hermanos no me vieran en este
estado de falsedad por el hombre que nunca conocí y que gracias a él terminé en
un parque ayudando a un niño a vomitar siendo que no lo conocía ni quería que
él estuviese solo como mi papá estuvo toda su vida, gracias a él también conocí
a ese niño con boca fina y ojos brillantes, más bajito que yo, a ese niño que
aún no me atrevo a hablar porque sólo he hablado con mujeres, mujeres que me
enseñaban canciones infantiles y me llevaban al parque porque yo era la única,
la primera, la que han querido por más tiempo pero también la primera que los
defraudó.
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