lunes, 11 de junio de 2012


Recuerda, recuerda el día en que me conociste
y piensa si te provoqué algo,
quédate con tu prototipo de mujer conceptual
y déjame con mi simpleza,
sigue con los miles de nombres que nunca me correspondieron,
mira la soledad desde lo más cerca,
límpiame las lágrimas por última vez
ya que ahora le corresponden a otra,
agárrame de la vista
y no me la quites de tus ojos,
entérate que ya no  me haces falta y sigue,
sigue caminando por las lagunas,
esas que nunca existieron,
vive en tu mundo imaginario en el que yo no habito
ni quiero habitar,
déjame en el parque donde las hojas ya no son la única compañía,
déjame en tu espalda para no verte más
y grítame al oído que las cosas nunca estuvieron claras
porque nunca tuviste el valor de explicármelas. 


Me acuerdo que cuando lo escribí ya no nos mirábamos a los ojos, lo leí por primera vez frente a ti, el mismo día, la segunda vez fue para mi misma en mi cama una noche en que tomaba té y moría de calor, esa noche al cuaderno le cayeron gotas saladas una noche de verano. La tercera vez que lo leí fue en la misma cama mirándote a los ojos y acariciándote con la misma mano con que lo escribí, y explicándote palabra por palabra, excusándome de que había mentido y te sigo mintiendo, perdóname por ser yo y por todavía recordarte, bastante. Ojalá tú no me hubieses mentido tanto como yo lo hice, o fue más?

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